»La clave de nuestros éxitos: llegamos al fondo de los asuntos. Para explicar algo es imprescindible entender hasta el último detalle. No es una tarea fácil: el punto de partida es, generalmente, un tema complejo de índole técnico.
No obstante, en nuestro despacho aunamos competencias jurídicas y técnicas, lo que nos permite argumentar de forma “bilingüe”. Ante los jueces técnicos “hablamos en lenguaje técnico”, sin filtro alguno, y sin dejarnos nada en el tintero. Y ante los jueces jurídicos recurrimos a analogías que reducen la complejidad para todas las partes implicadas, hasta llegar a la esencia de la cuestión. Estas traducciones son, de una parte, muy ilustrativas, pero también tan correctas desde el punto de vista técnico que no son rebatibles.
Para lograrlo, estudiamos en profundidad la cuestión: cuanto más lleguemos al fondo del asunto, más fácil de entender y más elaborada será la traducción.
Con el fin de convencer al jurado seguimos preguntándonos y perfeccionando nuestro relato: ¿Es cierto? ¿O presenta algún punto débil? Sería como aplicar un barniz: primero, lijamos. Después, aplicamos la primera capa de barniz. Lijar. Barniz … Y, por último, pulir. De esta forma, representamos sus intereses de la forma más brillante posible.«